Cuando tenía sólo un hijo me quejaba de que a veces era travieso, aunque todo mundo me decía que mi niño era un pan de Dios, batallaba mucho para que quisiera comer y era muy repelón.
Pero mi segundo hijo vino a que me tragara mis palabras. En cuanto a travesuras y rebeldía vino a decirle a su hermano grande, –quítate, que ya llegué yo.
Y es que mi hijo grande, cuando lo regañaba por una travesura, me miraba arrepentindo con ojos llorosos. A mi hijo chico le importa un comino que lo regañe, destruye floreros, pinta paredes, tira la comida al suelo y cuando yo le digo –NO, él nada más me voltea a ver con una sonrisa de travieso.
Y no se digan los berrinches. Nada más cumplió los dos años y mi segundo hijo empezó a hacer unos berrinches marca diablo, de tirarse al suelo, a estirar mi cabello y en los que en ocasiones, me han hecho salir huyendo con en él en brazos a media fiesta.
Un estudio de la Universidad del estado de Pensilvania publicado en la revista “Child Development” encontró que los primogénitos mayores tienden a ser más dóciles y tratan de complacer más a sus padres , mientras que los hermanos menores tienden a mostrar una personalidad más independiente y rebelde.
Y estás características persisten a medida que los niños crecen. Por su puesto que hay excepciones a la regla. Por algo somos humanos. Pero la generalidad es que los segundos hijos sean más independientes.
Pero eso sí, los segundos hijos lo que tienen de rebeldes, lo tienes más de responsabilidad y cabeza.
Tanto los grandes como los chicos todos son encantadores...
Y en tu caso, ¿ se cumplió esta regla? ¿Quién es más tremendo tu hijo grande o tu hijo chico?
(Por Sandy Bleiberg)
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