Ir al contenido principal

AMO A LOS HOMBRES


Cuánto amo a los hombres 
y con ello no me refiero al género 
humano sino a lo masculino, 
a los hombres, mi espejo,
distinto, hermosamente distinto.

Amo su fuerza y la forma en que la muestran, y es que no es necesario 
que la impongan, griten o demuestren nacieron con ella. 

Amo su mente práctica, 
la claridad con que resuelven 
y no se envuelven.

Amo que sean chismosos; 
les encanta el chisme 
aunque jamás lo admiten. 

Amo cuando cocinan, 
su sabor y sazón es inigualable; 
debe ser porque les encanta comer 
y desde ahí les nace; 
es una lástima que algunos crean 
que no es su lugar, 
deberían de probar. 

Amo cuando son amigos 
y te escuchan por horas, 
las mismas cosas nuestras, 
nuestro mundo;
 y nos contestan con 
monosílabos si, no, tu que quieres,
pero siguen ahí y nos escuchan. 

Amo cuando son papás
 y se hacen los duros, los fuertes, 
los que ponen límites y normas; 
cuando por dentro se ríen, 
se mueren de amor 
pero saben que en ese momento 
son padres. 

Amo cuando te toman 
entre sus brazos, 
entre su piel y te van dibujando 
caricias y placer; y te hacen suya a 
su manera; desde su entrega y su ser. 

Amo cuando son sensibles 
y vulnerables; 
no hay nada más hermoso 
que ver y sentir a un hombre llorar, conmoverse, dolerse frente 
a nosotras. 
Los hombres son hermosos 
cuando lloran y lo reconocen. 

Amo cuando se enojan 
y se llenan de rabia para cuidarte 
y defenderte cuando te dicen 
desde el alma aquí estoy 
y cuentas conmigo. 
Cuando verdaderamente lo dicen 
y lo sientes ...no hay sensación de seguridad más profunda que eso.

Amo cuando se retiran se guardan 
en silencio, cuando callan para no herirnos, cuando salen a buscar ayuda para no destruirnos; cuando siguen creyendo en ellos y en nosotras; 
en el mundo que queremos. 

Amo cuando se levantan de madrugada 
y han trabajado por horas, 
por días, por semanas
 y por años 
para sostener sus hogares, 
sus sueños, han trabajado 
duro desde niños.

Cuanto amo a los hombres 
y cuánto deseo que sean libres, 
sanos, conscientes, 
que rompan los patrones impuestos 
tan duros y crueles para ellos. 

Amo cuando son hombres 
y se lo permiten ser, 
cuando al serlo 
yo soy mujer 
y me enriquezco. 





































































































Susy Landa

Comentarios

Entradas populares de este blog

ME VOLVÍ MUJER...

Me volví..... Me volví una mujer feliz, cuando me di cuenta que la vida es tan bella como para echarla a perder en tonterías... Me volvió una mujer feliz, cuando me di cuenta que no morí por desamor, que gracias a eso obtuve experiencia de lo que jamás volveré a permitir... Me volví una mujer feliz, cuando me diagnosticaron esa enfermedad, qué lejos de hacerme caer me motivo a seguir luchando por vivir... Me volví una mujer feliz, cuando me quedé sin nada, y pude ver cómo se alejaban, todas aquellas personas que decían ser mis amigos... Me volví una mujer feliz cuando perdí mi trabajo, eso hizo que saliera de mi zona de confort y encontrara algo mejor... Me volví una mujer feliz, cuando Dios se llevó lo que más amaba, me enseñó a valorar, a soportar el más inmenso dolor, a poder salir de esa oscuridad y reconciliarme con él, ver la vida de otra manera... Me volví una mujer feliz porque se, que cada día Dios me da la oportunidad de hacerlo. No importa los problemas que tengan o lo mal q...

INFINITAMENTE ROTO

"Dice estar muerto pero llora con ciertas canciones y se conmueve al filo de un libro. Él no está muerto, solo está infinitamente roto". —Elena Poe

FASES DE DUELO

La psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross identifica cinco estadios que tienen lugar, en mayor o menor grado, siempre que sufrimos una pérdida. Aunque pueden darse sucesivamente, no siempre tiene por qué ser así. Cada proceso, como cada persona, es único. 1. Negación La negación es una reacción que se produce de forma muy habitual inmediatamente después de una pérdida. No es infrecuente que, cuando experimentamos una pérdida súbita, tengamos una sensación de irrealidad o de incredulidad que puede verse acompañada de una congelación de las emociones. Se puede manifestar con expresiones tales como: “aún no me creo que sea verdad”, “es como si estuviera viviendo una pesadilla” e incluso con actitudes de aparente “entereza emocional” o de actuar “como si no hubiera pasado nada”. La negación puede ser más sutil y presentarse de un modo difuso o abstracto, restando importancia a la gravedad de la pérdida o no asumiendo que sea irreversible, cuando en muchos casos lo es. 2. Ira A menudo, el p...