Estamos siempre esperando que las cosas se arreglen de afuera para adentro. Anhelamos que cambien y nos angustiamos cuando nos damos cuenta que no podemos moldear el mundo exterior a nuestro margen y semejanza, de manera que acorde con nuestra voluntad. Y es que en realidad no podemos cambiar mucho lo que hay afuera, pero si podemos cambiar al mundo cuando cambiamos nosotros. Cuando estamos en paz, todo lo que nos rodea también está en paz.
La forma en la que percibimos la vida depende de nuestras memorias, de nuestros recuerdos y lecciones. Cuando sentimos temor podemos limpiar nuestra cabeza con esas memorias, recuerdos y lecciones.
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